¿Pensar en dejar de pensar?

En este mismo momento, millones de personas alrededor del mundo están intentando parar sus pensamientos. Ya sea que seas un insomne desgastado, un meditador frustrado o simplemente ansioso, lo mas probable es que estés familiarizado con la íntima agonía de los pensamientos rumiantes

¿Porqué tu mente no hace lo que le pides? ¿Porqué no se puede acallar por un momento?

Las soluciones se ofrecen por docenas. Algunos ayudan, la mayoría no. El problema es que 1) las personas ya no saben que mas hacer, así que 2) intentarán cualquier cosa básicamente porque 3) no saben lo que es la mente.

Este último es el factor decisivo y deja las puertas abiertas a los charlatanes. La inteligencia no está delimitada al cerebro.

La inteligencia no es tema sólo del cerebro

La mente es un proceso que inicia dentro de la matriz; los fetos responden un poco a la luz, y mucho a los sonidos y, por supuesto, a la comodidad y la incomodidad. Para el momento en que nacen son unas máquinas voraces de creciente inteligencia.

La inteligencia no es tema sólo del cerebro. Los bebés filtran experiencias a través de los cinco sentidos. Reaccionan instantáneamente a los sonidos, a los estímulos visuales, olfativos, a los sabores, al tacto, tratando de alcanzar aquello que quieren, alejando aquello que no quieren e ignorando todo lo demás. Es bastante básico.

Sin embargo, la mente puede también hacer cosas por si misma sin necesidad de los sentidos. Por ejemplo: los recuerdos se activan no por estímulos externos, sino por imágenes mentales internas. Como señales del camino, sustituyen algo que alguna vez fue experimentado. Las imágenes mentales son los ladrillos de nuestros pensamientos. Los pensamientos disciplinados y éticos nos ponen por encima de los animales; los indisciplinados nos categorizan completamente en otro lado.

Ya en la adolescencia, somos altamente dependientes de los pensamientos. Los usamos para racionalizar nuestras respuestas, escondiendo, camuflajeando o desviando impulsos, usualmente en respuesta a otras personas. Mientras vamos articulando la historia de quienes somos, va creciendo junto con nosotros un sentido de compromiso e inevitabilidad. Esa historia se convierte en nuestra armadura que a la vez nos protege y nos atrapa.

Los sentimientos primarios de gusto, disgusto e indiferencia, se encuentran siempre en la raíz de nuestros pensamientos, pero conforme nuestra experiencia va creciendo en sus elaboraciones se hace cada vez mas difícil mantenernos en contacto con estos. Ahora nuestras respuestas están condicionadas por el hábito. No podemos ser reflexivos en todos los temas, simplemente no hay tiempo.

Una vez que te crees esto, ya estás en problemas. Cada día las experiencias empiezan a hacer eco incontrolablemente. La lineas entre imágenes mentales y experiencias sensoriales se difumina. Tu propia mente va enloqueciendo y fragmentándose. Es entonces cuando quieres que se acalle.

Los médicos prescriben drogas, los gurús de la nueva era nos sugieren que repitamos frases tales como "mi vida está manifestándose en total perfección", los psicoanalistas quieren que hurgues en tu pasado. Toda una industria ha nacido y crecido con tratamientos de corto plazo de control de estrés.

A mano tenemos la solución a largo plazo. Siempre ha estado ahí, pero son pocas las persona que tienen las agallas para ello. Consiste en tomarte tiempo para ti mismo, atraer tu atención hacia tus sentimientos mas básicos y experienciar los ciclos de tu propia mente en tiempo real. Lo puedes llamar meditación, presencia mental o vivir en el momento, pero la mayoría de la gente habla mucho de ello en vez de ponerlo en práctica.

El problema no radica en el pensar, el problema es la adicción a los pensamientos.

No hay nada mas difícil que la simplicidad. La resistencia es palpable. Podemos salir con un pensamiento complicado para atacar el problema de tanto pensar a través de pensar más y pronto tendrás un negocio redondo; lo puedes llamar "la casa de los espejos".

El problema no es el pensar en sí, es la
adicción que tenemos por estar pensando

Pero por supuesto nunca funciona, y si nos ponemos a analizar el porqué, sólo lo empeora, y entonces ya quieres tirar la toalla diciendo "al diablo con esto, lo he intentado todo" y entonces giras hacia la idea de "ya no quiero pensar mas".

Pero el problema no es el pensar en sí, es la adicción que tenemos por estar pensando. Ya cuando somos adultos tendemos a ver cada situación como un problema que requiere ser resuelto. La idea de que la experiencia negativa es inevitable y forma parte de nuestras vidas es aterradora para la mentalidad consumista. El solo pensamiento de mantenerse aquietado frente a los desafíos incesantes de la vida nos parece tan poco realista como el querer detener las cataratas del Niágara.

No es imposible calmar el flujo de los pensamientos, pero no hay ninguna razón para tratar de hacerlo mientras están brotando en un gran torrente. Date un descanso. El mejor momento para iniciar es en la calma. Disfrútalos, agrándalos, encuentra la sanidad en ellos y empezarás a incrementar tu fortaleza. El querer sacárnosla con lo de un día a la semana de descanso fue un gran error, aún si la religión organizada estuviera en declive. La mayoría de la gente no acudía al lugar de adoración en respuesta al llamado a su fe inquebrantable en lo sobrenatural, sino simplemente para tener una hora de soltar y dejar ir todas las racionalizaciones acerca de lo que se puede y no se puede hacer.

Hemos abandonado algo importante, y sin embargo se encuentra ahí para que lo hagamos nuestro. La experiencia de la simplicidad queda obscurecida por la constante racionalización nutrida por los pensamientos incesantes. Por unos cuantos minutos cada día, apaga cualquier maquinaria que tiene atrapada tu atención, siéntate quieto y acostúmbrate al silencio. Nunca dejarás de pensar, pero no tienes que ser tan devoto a tus pensamientos que sólo están atormentando tu propia mente.

(este post traducido por Nayeli Maillefert Rovira)

Author: Stephen Schettini

Host of The Naked Monk

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